En el contexto global actual, la transición energética se ha convertido en un tema de creciente importancia y urgencia. En medio del objetivo de abordar el cambio climático y reducir las emisionesde gases de efecto invernadero, las negociaciones internacionales, como las que tienen lugar enla Conferencia de las Partes (COP), han puesto un enfoque significativo en las acciones necesarias en el sector energético.
Estas negociaciones buscan establecer compromisos y estrategias colaborativas para acelerar la adopción de fuentes de energía sostenible, la mejora de la eficiencia energética y la reducción de la dependencia de combustibles fósiles.
Como resultado, se ha observado un creciente impulso hacia la implementación de tecnologías limpias, el fomento de la electrificación, el desarrollo de infraestructuras energéticas resilientes y la promoción de políticas que respalden la transición hacia un sistema energético más sostenible a nivel mundial. Este enfoque integrado busca no solo mitigar los impactos del cambio climático, sino también fomentar la innovación, el crecimiento económico y la equidadsocial en el panorama energético global.
La perspectiva mundial de las transiciones energéticas (World Energy Transitions Outlook, WETO) revela que el progreso en todos los usos de la energía ha sido lamentablemente inadecuado. Los compromisos renovados a nivel nacional y las promesas hechas durante la COP26 indicaron un avance alentador, aunque todavía no han cumplido con las expectativas necesarias.(IRENA, 2022).
La aceleración de la transición energética se perfila como una tarea de urgencia incuestionable y de proporciones colosales. Enfrentar este desafío requerirá la adopción de decisiones estratégicas con una perspectiva de largo alcance, la disciplina para mantener el rumbo y unas inversiones prudentes y bien orientadas.
Sin embargo, más allá de todo esto, se requerirá una acción radical y niveles extraordinarios de cooperación internacional. ¿Se puede lograr, como comunidad internacional, el asumir este compromiso con determinación y efectividad?, sobre todo desde una perspectiva desde los países latinoamericanos con miras a un camino energético visto desde las vías del desarrollo y las innumerables problemáticas económicas que afectan actualmente a la región.
En Venezuela la situación puede llegar a ser más compleja, debido a la crisis económica que atraviesa el país desde hace más de una década, como también al déficit de funcionamiento en los sistemas energética La transición energética en Venezuela es un proceso crucial para promover el desarrollo sostenible del país. Con una fuerte dependencia del petróleo, es necesario encontrar formas efectivas de reducir las emisiones y garantizar la seguridad energética a través de la conservación de los recursos naturales. Esta transición debe abordar aspectos políticos, económicos y sociales, y debe incluir la adopción de tecnologías innovadoras que ayuden a
disminuir las emisiones de CO2.
Se ha comprendido un poco la situación actual, y la compleja situación de deterioro en el sistema eléctrico venezolano, se puede llegar a transcender el entendimiento hacia los otros sistemas energéticos desde una visión generalizada, ya que no hay mayor diferencia, según evidencias de origen similar, que el resto de sistemas que integran el macro sistema energético venezolano, como lo es el transporte, y los combustibles de movilización terrestre y área; se encuentran de igual forma comprometidos y desequilibrados.
Conociendo ya la decadencia y deterioro sin fin del sistema eléctrico, se presentan posibilidades esclarecedoras con iniciativas positivas desde la comunidad independientemente del Estado venezolano, y son estas iniciativas los promotores de una perspectiva de cambios más desde las acciones locales que conciben la esperanza de una verdadera transición energética